Hierve la calabaza con un poco de agua y tanta azúcar como quieras para que quede dulce. Yo usé una taza (unos 200 ml). Después de hervir, escurre el agua y machaca la calabaza con lo que te funcione mejor. No la dejes completamente suave, está bien dejar algunos trozos más grandes.

Necesitas un paquete de galletas para cubrir cualquier bandeja de horno rectangular que tengas en casa. Coloca una capa de galletas en la bandeja sin remojarlas en nada. Luego, añade una capa de la calabaza machacada por encima mientras aún esté caliente; esto ablandará las galletas. Repite el proceso tantas veces como sea necesario, dependiendo de cuántas galletas tengas.

Déjalo reposar en la nevera durante al menos una hora o una hora y media. Mientras tanto, prepara la nata montada. Si tu calabaza no está lo suficientemente dulce, puedes montar la nata con un poco de azúcar, miel o tu edulcorante preferido para equilibrarlo. Una vez que la nata forme picos firmes, extiéndela sobre el pastel frío, espolvorea las nueces trituradas por encima, ¡y listo!